OPINIÓN

Circo político: Nery Alexis Gaitán

El circo político es el mismo de siempre; los payasos, expertos en corrupción, no ofrecen nada nuevo. Nuestro pueblo dice “es la misma mona en diferente rama”. Todos son iguales, de principio a fin y de arriba hacia abajo. Las acciones son las mismas, quizás cambian en algo porque se comportan peor que sus predecesores; estas últimas generaciones se diferencian en que han aprendido nuevas artimañas para delinquir. Pero los robos son iguales, los saqueos son los mismos, y los despilfarros del erario público continúan a borbotones por doquier.

Poner en primer lugar los sagrados intereses de la patria y de los pobres, no es opción viable para estos depredadores, a quienes sólo les interesa servirse con la cuchara grande y darse la gran vida. Única y exclusivamente benefician sólo a su partido, a su grupo de amigos y en especial a sus familiares.

Mientras tanto, el país se cae a pedazos y peligra la poca estabilidad democrática que tenemos. Pero los cirqueros no han entendido, o no quieren entender, producto de pactos y componendas, que si se pierde la democracia, el país se va a pique así como el Titanic.

Al ver el circo político que impera, a nueve meses de las elecciones internas, están al rojo vivo los insultos, las descalificaciones y demás actos vandálicos para detener a todos aquellos que amenazan la hegemonía de los dueños de los partidos y sus posiciones de poder.

Además no han surgido, hasta el momento, verdaderos líderes que deseen transformar el país y preservar el sistema democrático. La falta de liderazgo también tiene que ver con el descrédito de las instituciones políticas que en ningún momento se han dedicado a trabajar por el bien común y solamente le han ofrecido al pueblo demagogia y corrupción. Es por eso que los partidos, en general, tienen el repudio de los pobres de Honduras. Además, se le acusa, a la endeble oposición democrática, de haber pactado con el partido gobernante y haber recibido canonjías.

Pareciera que los partidos están en permanente agonía. El Partido Nacional, con una larga cola de corrupción y siendo el adversario más consolidado de Libre, se ha llamado a un silencio cómplice. Los precandidatos no gozan de credibilidad, Papi a la Orden no ofrece nada nuevo; inclusive se le acusa de supuestamente haber negociado las próximas elecciones. Y la abogada Hernández no presenta ningún frente moral debido a su parentesco con el preso en Estados Unidos.

En el Partido Liberal, de peligrosa cercanía con Libre, después del fracasado intento del expresidiario, no hay candidatos de arraigo popular. Maribel Espinoza, muy ética en su proceder, no tiene ninguna trayectoria que la haya acercado al pueblo hondureño. Darío Banegas es un precandidato menor que no mueve ni a los de su gremio. Y otro posible precandidato, aunque es muy conocido, no da

el ancho, en ningún aspecto de seriedad o de profesionalismo, que le inspire confianza al pueblo que hará un gobierno serio y no de “chabacanes”.

Salvador Nasralla, por su parte, después de haber negociado con el Diablo y fracasar, quiere ser candidato a la presidencia por el Partido Liberal, en un llamado a unir a toda la oposición democrática. Algo no viable por todos los intereses que tienen los políticos y, sobre todo, porque dividiría el voto en contra del oficialismo. Lo correcto sería que desde su propio Partido haga alianzas y surja un candidato capaz de enfrentarse al Partido de gobierno.

En Libre, que a toda costa desea continuar en el poder, la precandidata oficialista, Ramona, no ha dado bola y cada día baja más en las encuestas. Mientras que el disidente, Jorge Cálix, cada día se fortalece y tiene posibilidades de terminar con el mandato del caudillo. Lo triste es que el voto de castigo lo espera inevitablemente.

¡Honduras necesita políticos que defiendan la democracia y trabajen por el bienestar común!

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