Cuando los intereses de la patria pasan a segundo o último lugar, los pobres, que son la mayoría, continúan con la cadena de sufrimientos, y no hay nadie que abogue por ellos. Aunque todos los políticos digan, en sus discursos vacíos, que luchan por el bienestar de los más necesitados. La evidencia plena es la miseria que invade la mayoría de los hogares hondureños.
Es lo que ha pasado con las fiestas patrias, que el partido en el gobierno puso en segundo lugar los festejos patrióticos y se dedicó en exclusiva a defender su agenda política antidemocrática, que tanto daño le ha hecho a los hondureños. Defendiendo lo indefendible.
Resulta que a raíz de la aparición del narcovideo, donde está involucrado un prominente miembro de la familia presidencial, para evitar la extradición de este familiar y de otros que supuestamente están involucrados en actividades delictivas, la presidente Castro denunció el Tratado de Extradición, y puso de pretexto que se está fraguando un golpe de Estado, que nadie cree que sea posible.
Para afianzar esta decisión, que a todas luces lo que hace es favorecer a los delincuentes, apelan a que los Estados Unidos están atacando nuestra soberanía nacional y que por lo tanto hay que defender al gobierno. Pero en el fondo lo que desean es desviar la atención de las acusaciones que se desprenden del narcovideo. Para ello convocaron a su gente, buscando un respaldo popular que es muy cuestionable.
Así mandaron a traer allegados de todo el país. No por las buenas, sino mediante una serie de amenazas con despedirlos si no venían. Estaban obligados a firmar las listas de asistencia so pena de perder su trabajo. También pagaron a cientos de simpatizantes para que se hicieran presente.
Se estima que gastaron un promedio de 150 millones de lempiras en esta movilización que concluyó el 15 de septiembre en el Estadio Nacional, al cual llenaron de propaganda izquierdista, ya que tuvieron miedo que el pueblo llegara a gritarles: “Afuera el Narco-familión”, aunque según se mira, no se salvaron de la aparición de una manta gigante con una leyenda similar. Es obvio que al estadio ingresó parte del pueblo que adversa esta administración fracasada.
Es así cómo se robaron el festejo de las fiestas patrias, por defender una agenda política altamente cuestionada. La cadena nacional del 15 de septiembre de la presidente Castro así lo confirmó, ya que sólo se dedicó a mencionar logros cuestionables de su gobierno y repetir consignas políticas que ya tienen hastiado al pueblo. En ningún momento fue un discurso patriótico, de exaltación de los valores patrios ni de nuestros próceres; y ni siquiera optó por felicitar al pueblo hondureño por el 203 aniversario de nuestra independencia.
Está muy claro que el único interés que mueve a la presidente Castro es alejarse de los cuestionamientos que en estos momentos el pueblo le hace a la familia presidencial. Y seguir con su agenda política para continuar en el poder, a costa de lo que sea.
Mientras tanto, el país se cae a pedazos. Los hospitales están desabastecidos; la delincuencia común y la extorsión tienen al pueblo de rodillas; la canasta básica está por las nubes; la tasa de desempleo es altísima, lo que obliga a miles de compatriotas a emigrar del país; las carreteras son una calamidad; etc.
Es así que la prioridad de este gobierno es defender sus intereses de partido y su agenda política. Mientras le da la espalda a los graves problemas sociales que aqueja a los pobres.
Para variar, la calidad de la educación pública es lamentable. Además, los centros escolares están en abandono. Le sugerimos a la presidente que se dé una vuelta por San Marcos de la Sierra, en Intibucá, donde un grupo de niños, casi en harapos, desfiló por la orilla de un barranco con fervor patriótico, llevando consigo imágenes de nuestros próceres. Así constatará lo que es el amor a la patria, ausente de su gobierno. Y que todos los millones que derrochó en una marcha política estéril, los hubiera invertido en educación y salud.
¡LIBRE NUNCA MÄS!