De a poco y continuamente, el Partido Libre va instaurando las condiciones que el régimen gubernativo refundacional necesita establecer en Honduras, para imponer un modus operandi político con base ideológica marxista, tal como ocurre en Venezuela, Nicaragua y el que se ha enraizado en Cuba. Desde que asumieron el poder de Estado en febrero de 2022, han ido haciendo a un lado la imagen hipócrita que demostraron inicialmente, para hacernos creer en el ideal de una transición política hacia la sociedad socialista democrática. Aspiración que definitivamente, se ha perdido en el transcurso de la gobernanza que impera hasta el día de hoy.
Con una sagacidad política brillante pero burda y con escasa sabiduría e inteligencia política democrática, van aplicando acciones de políticas de Estado, contraproducentes para lograr el crecimiento y el desarrollo nacional que necesita el país, a fin de lograr salir del atraso en el que estamos.
Empero, dan énfasis al control político del Partido Libre en los tres poderes del Estado y con prioridad máxima, aunque descuidando con flagrante incompetencia y sectarismo político, las condiciones de política económica necesarias para crecer y alcanzar niveles de desarrollo óptimos para mejorar el bienestar de la ciudadanía en general.
Los ideólogos refundacionales del Partido Libre, están aplicando una estrategia enfocada hacia la dominación política partidarista del conjunto de las instituciones jurídicas y políticas existentes y, simultáneamente, desarrollan procesos de concientización ciudadana para alterar formas tradicionales de creencias religiosas, artísticas o filosóficas, propias de la concepción materialista del método capitalista de producción y que fundamentan el sistema de organización de dicho proceso económico.
Según los ideólogos refundacionales, la transición al socialismo pasa necesariamente por el establecimiento de un nuevo orden en las instituciones (FF.AA., Corte Suprema de Justicia, el Congreso Nacional y todas las instancias administrativas del poder ejecutivo), además, las formas de conciencia ciudadana que imperan en la actual sociedad liberal hondureña. Y esto lo justifican en que, para desarrollar el proceso de producción socialista, tiene que cambiarse el orden de la superestructura jurídico que hace funcionar la actividad productiva capitalista que caracteriza el desarrollo de Honduras.
Ahora bien, el cambio de la superestructura que estamos enfrentando los hondureños no es dialogado y menos consensuado, es autoritario, excluyente, sectario, caprichoso y se basa en un método de imposición político duro y exabrupto, sorpresivo y tramposo que utiliza la extorsión para establecer los cambios. Los recursos del erario público sirven para ejercer coerción entre políticos que les puedan contribuir a alcanzar metas de cambio institucional. Se enfocan en un conjunto de relaciones políticas necesarias para lograr el control de procesos que contribuyen a mejorar las condiciones que se requieren para desarrollar políticas socialistas. En este sentido, no solo han fallado en crear las condiciones de la superestructura requeridas para cambiar las fuerzas de producción, proveyéndoles las materias primas y recursos que pueden permitir aumentar los bienes que necesita la sociedad. Pero también, no han podido fortalecer los cimientos del sistema económico socialista que le sostenga.
El error político del socialismo hondureño consiste en que no logran situarse en un proceso de fortalecimiento de la producción orientada al valor de uso para satisfacer las necesidades humanas de la ciudadanía en general, sino que mantienen la generación de beneficios para satisfacer a las cúpulas del Partido Libre, basados en potenciar el valor de cambio.