En nuestra sociedad tenemos una dinámica política en la que los socialistas del Partido Libre, pretenden hacernos creer que los opositores democráticos o adversarios conservadores, son los corruptos, mientras que ellos, niegan serlo y afirman que representan lo moralmente bueno y sano para el pueblo.
Los dizques revolucionarios refundacionales, dado el poder que ostentan al tener el control de la gobernanza, mandan la imposición de un régimen opresivo y tirano, porque asumen que esta forma de gobernar, es más efectiva para cambiar el sistema de poder reaccionario y nefasto que, según ellos, predominó hasta que asumieron el poder de gobernanza, a partir de las elecciones de noviembre 2021 al ganarlas. Desde entonces hasta hoy, la obediencia política forzada se ha convertido básicamente en la clave para sostenerse en el poder.
La obediencia política que promueven los refundacionales del Partido Libre, consiste en que los miembros de esta entidad partidarista, subordinen a los ciudadanos, al interés particular que dicha entidad defiende y, de ese modo, ejecuten las ordenes que les imparten. Por ejemplo, a los activistas del Partido Nacional, que es la organización partidarista que cuenta con la base social partidaria más grande de Honduras, les infiltran a través de las redes sociales, de tal manera, que les hacen actuar en función de órdenes o instrucciones que emanan del mando socialista, porque poseen los medios para hacerlos caer en condiciones de obediencia política.
La existencia de varios mandos al interior del Partido Nacional, ocurre sin que la autoridad central o Comité Central mande directrices y sean acatadas conscientemente, porque no son consensuadas; este vacío de dirección política en el nacionalismo, es aprovechado por el mando centralizado del Partido Libre, para generar la división interna y mantener condiciones de desobediencia política favorable al interés de los marxistas que busca ganar de nuevo las elecciones generales en noviembre 2025. Al dividir el poder de mando de los nacionalistas, los socialistas les dificultan el establecimiento de una estrategia de oposición unificada, cuyo enfoque político crítico, contribuya a vencer al Partido Libre.
Este partido, al mandar que dividan internamente el nacionalismo, afecta la organización de un mando unitario, por lo tanto, crea condiciones de obediencia solapada desde afuera, o sea, hace que no sigan una estrategia concebida a través de diálogos internos que conduzcan al consenso político. En consecuencia, si bien el afloramiento de diversas posturas militantes internas ayuda a revivir la actividad proselitista en los nacionalistas, también tal fraccionamiento hace que la obediencia se tambalee y aumente el grado de indiferencia hacia la autoridad del Comité Central del Partido Nacional.
Como bien lo expresa Andrés Martínez: “la injerencia de una mano peluda” o, en otras palabras, la inteligencia marxista, les impide a los cachurecos concertar una estrategia de oposición con voluntad propia. Ciertamente, en la medida que se mantenga una voluntad política dividida, los refundacionales socialistas radicales, tienen la ventaja política al evitar el surgimiento de un nuevo orden interno que facilite la transformación del Partido Nacional y unifique los sentimientos de su militancia.
En las actuales condiciones política que imperan en Honduras, las fuerzas democráticas nacionalistas, deben utilizar más la razón y menos la arbitrariedad de la fuerza para lograr el orden interno que necesitan. Utilizar la maña política, es imponer una obediencia trastocada que resulta inefectiva para lograr un poder de mando unificado a lo interno del Partido Nacional.