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Talón de Aquiles del Castromelismo

Por: Marcio Enrique Sierra Mejía

Los socialistas refundacionales asumieron el poder de Estado con bombos y platillos anunciando la apertura de una nueva etapa histórica de justicia social, soberanía y democracia participativa. Por el contrario, a menos de 200 días para que finalice el periodo gubernativo oligárquico familiar Zelaya-Castro, el sistema de dominación política que han establecido muestra profundas fracturas. Detrás de los discursos de resistencia y dignidad, existe un lado débil que no pueden ocultar.

El Partido Libre y el clan castromelista son incapaces para gobernar con visión de Estado. Las decisiones políticas las toman marcadas explícitamente más por el revanchismo y la concentración de poder que por la construcción de consensos. El Partido Libre está aprisionado en su propio caudillismo que convierte la “refundación” en una aspiración familiar y sectaria, en la que el mérito, se mide por la lealtad al clan y no por la capacidad de gestión.

En el ámbito económico, demuestran un fracaso evidente. No han logrado diversificar la producción ni mejorar la inversión extranjera, tampoco establecer una política tecnológica para darle valor agregado a los productos en los que podemos tener ventajas competitivas a nivel del mercado global; en contraposición, existe inseguridad jurídica, la corrupción y la arbitrariedad política ahuyentan las oportunidades. La deuda pública ha crecido desmedidamente, los servicios básicos se han deteriorado y la pobreza se mantiene en más del 70% de la población que viven en la precariedad.

En el campo de la seguridad, la gobernanza castromelista no ha encontrado la solución. Han prometido un plan integral que se ha reducido a medidas improvisadas y disparatadas. En tanto que la violencia persiste como una lesión abierta que desangra al país.

Otra debilidad es la erosión institucional. El control del Poder Judicial, del Congreso y de los órganos electorales indican que la gobernanza castromelista le está apostando con alta prioridad a la consolidación de un aparato hegemónico y rechaza el respeto por las reglas democráticas. En lugar de fortalecer la independencia de poderes, siembra el germen del autoritarismo encubierto.

El discurso refundacional se ha desgastado porque la realidad contradice la narrativa. Hoy por hoy, los socialistas del castromelismo ya no pueden culpar al pasado ni a los enemigos externos de sus errores internos. Son irresponsables para gobernar y la fantasía de la resistencia popular se desvanece ante la brusquedad del pueblo hondureño que exige resultados.

El tiempo les comió como piraña feroz el proyecto refundacional castromelista y en la actualidad están enfrentando a su propia incoherencia: nacieron con la promesa de transformación, pero quedarán en la historia como un ensayo fallido de poder familiar. Hicieron grandes promesas y obtienen resultados pequeños, la refundación es un proyecto fallido, la resistencia con poder perdió su rumbo, han perdido la brújula.

El desgaste del castromelismo es imparable porque nació sostenido en promesas desmedidas y en una narrativa de resistencia falsa, que no demuestra resultados gubernativos contundentes, sino consignas electoreras populacheras o acciones con las que intentan ganarse el favor de las masas utilizando mecanismos intimidatorios y la difamación política para atacar a los opositores democráticos. Esto es su talón de Aquiles.

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