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SOBERBIA Y PERVERSIDAD POLÍTICA EN HODURAS

Por: Marcio Sierra

Bajo la dominación política que ejerce la oligarquía familiar Zelaya-Castro con el respaldo del Partido Libre; la sociedad hondureña, sobrevive en un contexto social donde la soberbia de los burócratas y la perversidad de los principales dirigentes socialistas castromelistas, tergiversan la ética pública para abusar del poder de Estado y cometer delitos continuamente. No solo reflejan la incapacidad que tienen para resolver los problemas estructurales del país -pobreza, violencia, desigualdad-, sino la existencia de una cultura política que exhibe la arrogancia como virtud y el cálculo perverso, disfrazado por una estrategia mediática progresista, orientada a hacer creer que están estableciendo una nueva base o estructura.

Los socialistas castromelistas practican la altivez y el deseo desordenado, se ufanan de ser superiores a otros y manifiestan sentimientos excesivos de superioridad, arrogancia, inmodestia y falta de humildad en su comportamiento político. Los dirigentes socialistas refundacionales creen exageradamente que son mejores que otros políticos o ciudadanos y su altivez los lleva a ser despreciativos, a no reconocer los errores o rechazar las opiniones y aportes de otros. Buscan el reconocimiento y la admiración por parte de los demás, inflando su autoimagen, ansían afanadamente el reconocimiento y la admiración y demuestran ostentación a pesar de las escazas capacidades o logros que obtienen. En resumen, los dirigentes castromelistas, se ven a sí mismo, como los mejores, creyéndose merecedores de un estatus especial que los lleva a actuar con petulancia y desdén hacia los demás, en lugar de mostrar humildad y servidumbre pública. Al despreciar la crítica, negar los errores que cometen, abusar de símbolos patrios para justificar decisiones cuestionables y difundir una narrativa de que todo lo que hacen es por el pueblo, esconden intereses particulares de enriquecimiento ilícito que favorecen a los miembros de las cúpulas que gobiernan a Honduras, tanto de la oligarquía familiar Zelaya-Castro como del Partido Libre. Estos dirigentes castromelistas tiene tan inflado el ego que han creado círculos de aduladores, que los hacen confundir el poder que tienen con sabiduría y pensar que su mandato es eterno. Asimismo, con ser perversos buscan perpetuar privilegios a costa del sacrificio de los ciudadanos: por ejemplo, al realizar maniobras legales a la medida de sus grupos leales, al ejecutar procesos de persecución selectivos en contra de opositores, al manipular los medios y el uso de instrumentos de la justicia.

Ponen en práctica una política de cálculo frio, en donde el sufrimiento social, es un dato más en su ecuación de poder. Tanto la soberbia como la perversidad han generado la desconfianza ciudadana en el proyecto político refundacional socialista. La mayoría de los ciudadanos hondureños han dejado de creer en la gobernanza castromelista. Se han dado cuenta y perciben con claridad que sus demandas son manipuladas: las promesas refundacionales de prosperidad o seguridad son falsas y, lo que tienen, es más pobreza, miedo y desencanto. Se vive en un clima social fragmentado, con liderazgos desacreditados y una ciudadanía refugiada en la apatía o en la migración. El resultado que se constata, al analizar la gobernanza socialista que promueve el Partido Libre, es una sociedad política encerrada en un círculo vicioso de soberbia que alimenta la perversión a través de maniobras políticas que favorecen el fortalecimiento del caudillismo.

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