OPINIÓN

No, el colonialismo moderno es el socialismo del siglo XXI

Por: Marcio Enrique Sierra Mejía

Hablar del colonialismo significa recordar los daños que heredamos de la colonización española y al aplicarlos actualmente como colonialismo moderno, es para referirse a la postura ideológica que en la actualidad sostiene el coordinador del Partido Libre, cuyo propósito es imponer un neocolonialismo marxista, es decir: la instauración de un régimen de dominación que   saquean nuestros recursos, impone una versión cultural propia y someten al país políticamente. Esto es lo que ocurre hoy en Honduras y que el Partido Libre pretende hacer. Los marxistas en Honduras, han reactivado una forma propia de neocolonialismo moderno. Los colonialistas modernos, son los refundacionales de las cupulas del Partido Libre y del clan político castromelista, porque al levantar las banderas marxistas extranjeras y proclamar su enfoque de justicia social, nos colonizan en nombre del socialismo del siglo XXI.

Hemos transitado del colonialismo español a la dominación ideológica marxista. Si antes los imperios europeos dominaban territorios para extraer riquezas materiales, actualmente los regímenes socialistas del siglo XXI colonizan las conciencias para extraer poder político. El Partido Libre, quiere impone un sistema de pensamiento orientado hacia el socialismo comunista a través de la influencia de las redes sociales y medios de comunicación bajo su control, el ministerio de educación y el poder político. En otras palabras, estamos enfrentando un neocolonialismo basado en el imperialismo de países tradicionalmente marxistas. Ya no se trata de oro, petróleo, cacao o banano, sino del control absoluto del Estado, de los medios de comunicación, de la justicia y del pensamiento crítico. Lo que fue el colonialismo español ayer, hoy lo es el socialismo castromadurista o castromelista: una maquinaria de dominación que se disfraza de liberación. Ya no se necesitan virreyes, pero sí, lideres carismáticos que se autoproclaman “liberadores del pueblo”.  En vez de cadenas físicas, crean la dependencia emocional, económica y cultural. La ciudadanía hondureña deja de ser sujetos libres para convertirlos en súbditos agradecidos, obedientes a un poder que promete justicia, pero entrega sumisión.

El socialismo castromelista del siglo XXI, crea dependencia neocolonial. El gobierno castromelista acoge este modelo no para generar independencia, pero subordinación a nuevos imperios ideológicos: el de Cuba, el de Venezuela o el de regímenes autoritarios que financian su permanencia. Nos han convertido en una colonia política del castro-madurismo, adoptando sus métodos represivos, su censura disfrazada de soberanía y su dialéctica antiimperialista que paradójicamente, solo conduce a reemplazar un amo por otro. En Honduras, Nicaragua, Venezuela y otros países, el socialismo del siglo XXI evidencia ser una estructura de control regional, un proyecto de exportación ideológica que perpetua la pobreza mientras concentra el poder. Buscan convertir a Honduras en la nueva rehén del caudillismo internacional marxista. O sea, un pueblo sometido al Estado empobrecido y a una oligarquía familiar gobernante que vive en la opulencia.

El castromelismo marxista con su neocolonialismo moderno, se ha convertido en un saqueador contemporáneo que, ya no le anima explotar minas o saquear metales preciosos, sino fondos públicos drenados, instituciones destruidas y libertades anuladas,

Los castromelistas son colonizadores modernos porque han perfeccionado el arte del despojo; controlan las aduanas, los bancos, la corte, las elecciones y hasta la memoria histórica. No han traído independencia más bien una nueva forma de esclavitud. Es un neocolonialismo que nos viene de adentro del engaño interno, de la manipulación de los símbolos patrios y de la captura del Estado por una oligarquía partidarista familiar que gobierna en nombre del pueblo para beneficio propio.

Liberarse de la oligarquía familiar Zelaya-Castro significa recuperar la soberanía ciudadana, la libertad de pensamiento, la autonomía institucional y la dignidad nacional. Hay que romper con la dominación castromelista, romper el Estado botín y liberar al pueblo de su condición de ser rebaño. Esta bien buscar la emancipación del ciudadano, pero no su sumisión. El socialismo del siglo XXI concentra el poder en nombre del bien común y nos quieren subordinar a un neocolonialismo moderno espurio.

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