Importancia de la inclusión de los deberes cívicos en la enseñanza universitaria de los derechos humanos
Por: Ángela Marieta Sosa

Durante décadas, la enseñanza de los derechos humanos en el ámbito universitario ha estado centrada en el reconocimiento y la defensa de las libertades fundamentales del individuo frente al Estado. Sin embargo, esta aproximación, aunque necesaria, ha dejado un vacío educativo en torno a la comprensión del compromiso ciudadano y de los deberes cívicos como parte integral del mismo proceso de dignificación humana. La inclusión de la educación sobre los deberes cívicos dentro de la cátedra de derechos humanos no solo es pertinente, sino urgente, para reconfigurar la percepción desequilibrada que muchos estudiantes tienen respecto a lo que implica vivir en una sociedad democrática basada en la responsabilidad compartida.
En la mayoría de los programas universitarios, los derechos humanos se abordan desde un enfoque jurídico o histórico, enfatizando los instrumentos internacionales, las violaciones y los mecanismos de protección. No obstante, el aprendizaje tiende a ser unilateral: el estudiante percibe los derechos como atribuciones inherentes que el Estado debe garantizar, sin reflexionar sobre las obligaciones correlativas que cada ciudadano posee para hacerlos posibles. Este enfoque, aunque bien intencionado, genera una visión incompleta del sistema de protección de derechos humanos, y contribuye a la idea de que los derechos son concesiones o beneficios, más que valores éticos y responsabilidades sociales que demandan acción y coherencia en la vida cotidiana.
La inclusión del componente de deberes cívicos como el respeto a la ley, la participación ciudadana, la responsabilidad fiscal, la convivencia pacífica, la protección del medio ambiente y el respeto a los demás— no pretende restar importancia a los derechos humanos, sino fortalecer su sentido ponderado, ético y pedagógico. La enseñanza universitaria, por su naturaleza formativa, debe ir más allá de la memorización de tratados o principios y orientarse hacia la interiorización del compromiso ciudadano como una forma práctica de defensa de los derechos.
Desde una perspectiva pedagógica, introducir los deberes cívicos en la enseñanza de los derechos humanos favorece el desarrollo de una conciencia crítica y reflexiva. El estudiante deja de ser un observador pasivo del Estado o de las instituciones, para convertirse en un agente activo de cambio social. Entiende que la justicia, la igualdad y la paz no se alcanzan únicamente con políticas públicas o con la acción judicial, sino con la participación cotidiana de cada persona que respeta las normas, cumple con sus responsabilidades y contribuye al bienestar colectivo.
Asimismo, la integración de los deberes ciudadanos en las cátedras universitarias permite fortalecer la cultura democrática. Un ciudadano que entiende que su derecho al voto implica también el deber de informarse; que su derecho a la libertad de expresión conlleva el deber de no incitar al odio; y que su derecho a la educación implica el deber de aprovecharla para el bien común, se convierte en un ciudadano más consciente, participativo y comprometido. Esta visión integral devuelve sentido al pacto social, hoy debilitado por el individualismo y la desconfianza hacia las instituciones.
La educación superior tiene el poder de redefinir paradigmas. Al enseñar que los derechos humanos no existen de forma aislada, sino dentro de un entramado de responsabilidades, se fomenta una ética de reciprocidad: cada derecho que disfrutamos tiene detrás un deber que sostiene su vigencia. Por ejemplo, el derecho a la seguridad requiere el deber ciudadano de acatar las leyes; el derecho a la salud exige el deber de cuidar la propia integridad y la de los demás; el derecho a un ambiente sano demanda conductas sostenibles y solidarias.
De esta forma, los deberes cívicos se convierten en la otra cara del espejo de los derechos humanos, esa que refleja la madurez social de un pueblo y su capacidad de convivir en armonía bajo un mismo marco de valores universales. No se trata de imponer obligaciones, sino de educar para la corresponsabilidad: enseñar que los derechos florecen allí donde los ciudadanos actúan con conciencia, ética y empatía.
Incluir el cumplimiento de los deberes cívicos en la clase de derechos humanos no resta espacio al ideal de libertad; al contrario, le otorga sustancia moral y sostenibilidad práctica. El verdadero respeto por los derechos humanos solo se consolida cuando cada individuo comprende que su libertad termina donde comienza la de otro, y que su deber de contribuir es tan noble como su derecho a recibir; La universidad, tiene en sus manos la posibilidad de forjar generaciones más responsables, empáticas y conscientes de que la dignidad humana no se defiende solo exigiendo, sino también cumpliendo.



