Venezuela fue uno de los países más prósperos del continente. Sus reservas petroleras indicaban que sería un país desarrollado, y que sería modelo de riqueza y prosperidad. Pero no fue cierto; la riqueza siempre fue a parar a pocas manos, aún así tenía una economía estable y el pueblo no se moría de hambre.
Pero Apareció Hugo Chávez Frías, con su discurso antiimperialista, ofreciendo terminar con la pobreza, bajo la influencia directa de Fidel Castro e Ignacio Lula y se adscribió al mal llamado “socialismo del siglo XXI” empezando la tragedia del noble pueblo venezolano. Para no cansar a los lectores, con lo que ya todos sabemos, empezó Hugo Chávez las expropiaciones, a cerrar empresas, medios de comunicación y a encarcelar opositores, instaurando una dictadura izquierdista.
Pero lo más terrible es que inició un saqueo a manos llenas del erario nacional. La corrupción en poco tiempo llevó al país a la bancarrota; así inició la lucha diaria por comida, medicinas, artículos de primera necesidad y paremos de contar. Al morir Chávez dejó a su lacayo, al motorista, a cargo del país. Maduro, iletrado, torpe, corrupto y ligado con el narcotráfico y el crimen organizado, continuó con el saqueo inmisericorde.
La hiperinflación era la norma y la moneda pasó a no valer nada. Primero le eliminaron seis ceros y después cinco, aun así el poder adquisitivo continuó siendo irrisorio. Desde entonces el hambre azota duramente a los venezolanos; por ejemplo, el salario mínimo es de $ 123.00 dólares mensuales, pero una familia de tres miembros necesita $ 523 dólares para sobrevivir. La gente tiene que buscar más de un trabajo para obtener ingresos que les permitan cubrir sus necesidades mínimas.
Pero, como son miles de empleos los que se pierden por la política económica fracasada y la situación político-social inestable, comer los tres tiempos al día es un lujo. Es así que se inició el éxodo de venezolanos hacia los Estados Unidos, España y otros países, buscando un lugar donde poder vivir. En la actualidad, han emigrado casi 8 millones de venezolanos, inundando los países en la ruta hacia el norte, y con este fraude electoral, se espera que emigren millones más.
El pueblo, desesperado, había puesto sus esperanzas de cambio en las pasadas elecciones del 28 de julio, es así que salió masivamente a votar para sacar al corrupto del poder. Pero ya se sabía que estaba anunciado un gran fraude electoral por parte de los chavistas. Maduro tiene bajo su control el CNE y es obvio que lo proclamaron ganador sin haber ganado las elecciones.
El repudio y voto de castigo fue tanto, que en términos reales, la oposición ganó las elecciones con al menos un 70% de los votos. Pero Maduro no abandonará el poder para seguir saqueando al pueblo y porque es buscado por los Estados Unidos que lo acusa de narcotráfico y ofrece una recompensa de 15 millones de dólares por su captura.
La comunidad internacional, excepto unos pocos países aliados del izquierdista, incluyendo a la presidente Xiomara Castro quien ha mostrado su apoyo incondicional al dictador, ha rechazado los resultados electorales y no reconoce a Maduro como el presidente de Venezuela. Maduro, torpemente, ha empezado a romper relaciones con varios países, pero se está quedando sólo. Y los organismos internacionales deben obligarlo a renunciar y que se respete la voluntad del pueblo venezolano.
La oposición venezolana y el verdadero presidente electo, Edmundo González Urrutia, han empezado una campaña por el reconocimiento de su gobierno, tal como debe ser. Mientras tanto, el pueblo ha empezado a manifestarse a lo largo y ancho del país, en rechazo a la declaratoria oficial de las elecciones y en contra de Nicolás Maduro, a quien no reconocen como su presidente.
El noble pueblo venezolano ha decidido terminar con el gobierno izquierdista que sólo hambre y miseria le ha traído durante más de veinte años. La comunidad internacional debe apoyar a los venezolanos en su lucha por la libertad y la democracia.