La inesperada llegada de la gigantona catrina a las filas carnavalescas del Partido Liberal de Honduras, ha tomado a todos por sorpresa, especialmente a aquellos que tenían esperanzas de canalizar sus aspiraciones presidenciales reactivando un partido que desde el 2005, no ha vuelto a paladear las mieles de la victoria.
Con el arribo de la gigantona catrina, fallecen de muerte repentina las aspiraciones de la abogada Maribel Espinoza, de Marlon Lara, de Agustín Guerrero, de Rafael Canales, de Luis Zelaya y también – cosa tremenda – de Jorge Cálix.
¿Por qué? Porque todos estos políticos sólo van a servir de marco para colocar un retrato. A la gigantona catrina jamás le ha gustado tomarse selfis con gente que le estorba, ni con monigotes que le echan a perder su maquillaje y que le arrugan el chongo de sus lindos trajes extravagantes. La gigantona catrina nunca quiso aprender un comino sobre política, le ha bastado con escarbar los expedientes secretos de sus adversarios para arrojar, furiosamente, sacos de estiércol sobre cualquiera que se le oponga o que lo incomode. Tanto se ha agrandado la gigantona catrina, que ya no sabe hasta dónde llega la cola negra de su extenso vestidón de festival.
Sabe, por ejemplo, que llega como titánica salvadora – toda emperifollada – a las filas de un partido terco y torpe, un partido con 20 años de agonía en los cuales jamás apareció un líder que fuera capaz de regenerarlo. Sabe también, que, al abandonar las filas de Libertad y Refundación, el partido de gobierno se queda dando manotadas de ahogado, consumido y vaciado, sin energías políticas para llegar a la otra orilla de la poza.
Sabiendo este par de cosas, la gigantona catrina se puso al habla con el Presidente de la Feria para invadir a un partido caído en desgracia, exigiendo todos los juguetes: alfombras rojas, asientos de primera clase, la cabecera de la mesa, refrigeradora llena y guaruras bien armados. No creo que la gigantona catrina aporte un centavo a la campaña, porque ella nació convencida de que el diamante de la Corona Británica es nada, en comparación con el fulgor de su figura colosal. La gigantona nunca pone un peso, la gigantona catrina sólo cobra por posar, por figurar y por devolverle luz a esos partidos feos y sombríos.
La pregunta es ¿se le pueden complacer todos los caprichos y requerimientos a la gigantona catrina, para que haga su trabajo político restaurador en las mejores condiciones posibles? Probablemente sí, pero tampoco es que el célebre Partido Liberal tenga mucho qué ofrecer, tras la estrepitosa desbandada electoral del 2021, este partido está compuesto por cuatro momias agotadas y un montón de ancianas (porristas de Yani) que levantan el puño gritando ¡shomos la estructura!
La treta del Consejo Central Ejecutivo es hacer una colecta con ricos de los viejos (descostillarlos) y exprimir los asilos políticos para que un montón de liberales jubilados costuren y levanten las banderas de un partido desguazado. Inclusive, hasta se podría sacar un crédito hipotecario para engalanar a la gigantona, pero, tan grave es la crisis, que ni el mismo demonio sabe quién tiene las escrituras de la Casa Liberal.
Todo forma parte de una película de terror que ya vimos varias veces en Honduras. Cuando los haya aplastado a todos con su almádana de acero inoxidable, dejando por el piso un reguero de cráneos deshechos, cuando vuelva a recibir su cuarta paliza electoral, la gigantona catrina volverá a hacer un berrinche de los once mil demonios.
Saldrá berreando por la avenida – nuevamente – diciendo que todos somos una basura, que cómo diablos vino a nacer en este país de enanos despreciables, ignorantes y muertos de hambre. Otra vez nos volverá a decir que nos vayamos al carajo y que sintonicemos, todos los domingos, el programa más ilustrado de la Televisión Nacional: X Cero da Dinero.
¡Quién no conoce en Honduras las rabietas, los pataleos y los berrinches de la gigantona catrina!