OPINIÓN

Una Política Exterior para el Pueblo

Por: Rafael Sierra

La política exterior no es un asunto lejano ni reservado para unos pocos; es el rostro de Honduras frente al mundo y debe servir primero y siempre al pueblo hondureño. Cada decisión que tome el país en el ámbito internacional debe tener un impacto positivo en la vida diaria de nuestros ciudadanos.

 

La política exterior no es un asunto lejano ni reservado para unos pocos. Es el rostro de Honduras frente al mundo, y debe servir, primero y siempre, al pueblo hondureño.

 

 

¿De qué sirve una política exterior si no protege a nuestros compatriotas que viven o trabajan en otros países? ¿Si no crea empleos, oportunidades y caminos de esperanza para nuestra juventud? ¿Si no atrae inversión, tecnología y cooperación internacional que mejoren nuestras escuelas, hospitales, carreteras y demás infraestructura esencial? Una política que no toque la vida diaria de nuestra gente pierde todo sentido y se aleja de su verdadero propósito.

Una política exterior que solo favorece a grandes empresas, que malgasta dinero en viajes o acuerdos vacíos, o que se somete a intereses ajenos, traiciona al pueblo hondureño. La diplomacia no puede ser un club exclusivo de élites; debe ser un instrumento al servicio de la población, diseñada para garantizar oportunidades, protección y bienestar a todos, sin excepción.

Hoy, al acercarnos a una nueva elección, levantamos la voz con claridad: Honduras necesita una política exterior independiente, libre de presiones externas, fuerte y basada en principios democráticos y comprometida con los derechos humanos. Queremos alianzas, sí, pero únicamente con aquellos países que respeten nuestra soberanía, nuestra dignidad y que generen beneficios reales para la población. No necesitamos relaciones vacías ni compromisos que favorezcan intereses externos por encima de nuestra gente.

 

Porque una verdadera política exterior no se mide en discursos elegantes ni en fotos con presidentes extranjeros. Se mide en empleos creados, en seguridad garantizada, en salud accesible, en educación de calidad, en oportunidades reales para cada hondureño. Cada decisión internacional debe tener un efecto directo y positivo en nuestra vida cotidiana.

 

¡Basta ya de diplomacia vacía y de promesas que no se cumplen! ¡Queremos una diplomacia que defienda los intereses del pueblo, que sirva a la población y que levante a Honduras hacia un futuro más justo y próspero!

La política exterior debe estar siempre al servicio de la gente y nunca al de intereses ajenos.

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