OPINIÓN

Salvador Nasralla: ¿Reformador o pieza del ajedrez político?

Por: Álex Campos

En el escenario político hondureño, Salvador Nasralla sigue proyectándose como la figura del “outsider” el que viene fuera de la argolla, quien no formaron las mafias, el candidato que promete la ruptura con las viejas prácticas de la corrupción y la narcopolítica. Sin embargo, la pregunta de fondo es inevitable: ¿es realmente un candidato reformador? Porque un reformador no se define únicamente por la limpieza de sus manos, sino por la solidez del equipo que lo acompaña. Y ahí radica la duda. ¿Quiénes son los supuestos reformadores detrás de Nasralla? ¿Son acaso nuevos cuadros con visión de país o los mismos reciclados que en cada campaña saben mutar de color y discurso para acomodarse en el poder?

No basta con vender la ilusión del “what if…”, ese “qué pasaría si” que juega con el imaginario colectivo de un pueblo cansado, porque no puede seguirán apostando a los escenarios hipotéticos. El país necesita certezas, compromisos reales y estructuras que garanticen gobernabilidad. Si Nasralla sigue rodeado de operadores tradicionales y financistas con viejos intereses, entonces no es un reformador, es más de lo mismo, con un empaque más atractivo y una narrativa moralizante que no toca lo que importa del sistema.

La pregunta que incomoda es: ¿quién controla realmente el partido que lidera? Porque el poder nunca se mide en los discursos televisivos, sino en las decisiones estratégicas: en quién maneja las finanzas, en quién reparte las candidaturas y en quién se sienta en la mesa de negociación con los adversarios. En política, el verdadero líder es el que decide qué se hace con el poder, no solo el que encarna la figura carismática.

¿Será entonces esta Nasralla rodeado de caballos de Troya? o ¿Encarna esa figura que entra con promesas de pureza para terminar legitimando a los mismos de siempre? Si es así, el plan habrá cumplido su meta: canalizar la indignación popular hacia una vía controlada, sin alterar la estructura del régimen. Y es aquí donde cobra vigencia una de las leyes más poderosas de Maquiavelo: utilizar a los enemigos para garantizar la permanencia. En un país donde los discursos de cambio se vuelven trampolines para negociar con las élites, la pregunta es si Nasralla juega su propio juego o es victima de esta ley y esta siendo jugado por otros.

La historia nos da pistas. Basta recordar aquella frase atribuida a Patricia Rodas al nombrar al presidente del Congreso “Ese es el que te va a dar el golpe de Estado”. Honduras es un tablero de ajedrez donde las piezas se mueven con lógica fría, y donde los idealistas que no comprenden las reglas terminan siendo víctimas de las leyes del poder. Nasralla todavía tiene tiempo de decidir si será un reformador verdadero o solo otra pieza más en un sistema que lo terminará devorando.

 

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