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«Tuvimos que pagar para que nos dejaran pasar», aseguró la ciudadana tras permanecer más de cuatro horas retenida

Miles de hondureños aprovecharon la Semana Morazánica para viajar al extranjero, especialmente hacia El Salvador, buscando descanso y turismo.

Sin embargo, el regreso al país terminó en enojo y frustración para muchos. La joven hondureña Ana Vallecillos es el ejemplo de esto ya que denunció públicamente haber sido víctima de maltrato, desatención y corrupción en el punto fronterizo con Nicaragua.

En un video que circula en redes sociales, la joven —visiblemente molesta— relató que estuvo más de cuatro horas esperando poder ingresar a Honduras, pese a ser su propio país.

Según contó, al llegar a la frontera los agentes le informaron que “ya no estaban atendiendo porque solo trabajan hasta las 9 de la noche”.

“Yo no me voy a quedar callada con esto. Estuvimos cuatro horas básicamente en la Laguna de Nicaragua esperando que nos pasen. Y venimos a Honduras, o sea, a mi país. ¿Y saben qué dicen? Que hasta las 9 atienden. Que no puedo pasar porque atienden hasta las 9”, denunció indignada Vallecillos.

La joven también afirmó que fue obligada a pagar dinero para poder cruzar, acusando directamente a los funcionarios de la frontera de corrupción:

“Nos dijeron que si queríamos pasar teníamos que pagar. Tuvimos que hacerlo, porque si no, nos tocaba dormir allí hasta las 6 de la mañana. Corruptos”, expresó entre lágrimas y enojo.

El video generó una oleada de indignación nacional.

Muchos hondureños denunciaron en redes sociales haber vivido situaciones similares de abuso y cobros ilegales en distintos puntos fronterizos del país, especialmente en fechas de alto flujo turístico.

Organizaciones civiles han pedido a las autoridades de Migración y a la Secretaría de Seguridad investigar a los funcionarios implicados y reforzar la vigilancia en las fronteras, ya que este tipo de hechos dañan la imagen del país y afectan directamente a los ciudadanos que solo buscan regresar a sus hogares.

La denuncia se ha convertido en símbolo del cansancio de muchos hondureños frente a la corrupción cotidiana.
Como dijo la joven al final de su video:

“Yo no me voy a callar para que me dejen entrar a mi propio país.”

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